Jaume Cela: “La formación no acaba cuando terminan la carrera, al revés”

11 de Junio 2013

Jaume Cela: “La formación no acaba cuando terminan la carrera, al revés”

Entrevistas

El pedagogo, escritor y maestro Jaume Cela se ha aproximado al mundo educativo desde muchos y muy variados ámbitos a lo largo de toda una vida dedicada a la docencia. Cela, que participó en la creación de la Federación de Movimientos de Renovación Pedagógica, ha trabajado en diversas escuelas, tanto públicas como privadas. Colaborador habitual en diversas publicaciones, ha complementado su profesión con la escritura, desde la prensa o revistas de pedagogía hasta la literatura infantil y de divulgación docente. En reconocimiento a su extensa y satisfactoria trayectoria, Jaume Cela recibió el año 2008 el galardón de la Creu de Sant Jordi de la Generalitat de Cataluña. aulaPlaneta ha hablado con él sobre la innovación que requiere todo entorno pedagógico que se quiera conectado con la realidad que le rodea, de la escuela en tiempos de aceleración y sobre la necesidad de una formación continua, que rebase las cuatro paredes de las aulas, para profesores y alumnos.

La educación escolar parece ser un tema redundante, ¿en qué estado cree que se encuentra actualmente?

Ahora se encuentra en un estado muy bueno porque hay un debate intenso en la sociedad que cuenta con la participación de muchos estamentos distintos para poder decidir hacia dónde queremos dirigir la educación de nuestro país. Es un momento apasionante, rico de iniciativas y de propuestas. El debate que hay sobre las escuelas 21, todo el trabajo que hacen los movimientos de renovación pedagógica, la influencia que pueden tener las nuevas tecnologías en la manera de cambiar tu mirada hacia la enseñanza y el papel que están adquiriendo los alumnos.

¿Conoce algún proyecto innovador en este contexto?

Por ejemplo, en la Escuela la Llacuna, del Poblenou (Barcelona), se ha hecho la semana del silencio. Es una experiencia que es novedosa, que es interesante, que ya veremos a dónde quieren llegar. Las escuelas se están planteando renovar, se están planteando innovar y se están planteando dar un impulso nuevo a algo que ya se va haciendo.

¿Cómo se tiene que empezar este proceso de cambio?

La revolución siempre se ha hecho desde abajo. No se puede renovar porque cambies las leyes. En eso tenemos una experiencia amplísima. Lo que se tiene que pedir a la administración es que no ponga palos a las ruedas, que observe, que acompañe los procesos de innovación, de cambio, de renovación. También tenemos que analizar, al igual que en todo proceso de renovación, qué es lo que tenemos que conservar. No es cambiarlo todo, es saber qué es lo que debemos cambiar y qué es lo que queremos conservar.

¿Qué cree usted que debemos conservar?

Primero tenemos que saber qué es lo que nos permite decir que aquella acción que hacemos es una acción educativa. Innovar y renovar sin saber a dónde te quieres dirigir no tiene sentido. Porque al final, innovar y renovar no es otra cosa que dialogar con la tradición. La mayoría de cosas están ya inventadas. No llegamos a un mundo que no ha sido creado, llegamos a un mundo que ya está escrito.

¿Hay un cierto descontento social entre el profesorado actual?

Hombre, en este momento, uno de los factores que ha creado mucho descontento entre los sectores de profesorado ha sido la crisis económica y el tema de los recortes, esto no lo podemos obviar. Lo que pasa es que podemos seguir trabajando mal o más bien con más o menos recursos. España dedica una parte muy baja del dinero público a la escuela, a la enseñanza. Por tanto, este es un problema.

¿Quiere decir que hay otros problemas?

También existen problemas que afectan al tipo de formación. Todavía hay una separación muy fuerte o muy intensa entre lo que se llama la formación inicial, el mundo de la universidad y el mundo de la escuela. En el año 1975, Rosa Sensat ya pedía ciertos cambios en la formación del profesorado como la importancia de las prácticas en los centros. La formación no acaba cuando terminan la carrera, al revés. Esto es fundamental. Por otro lado, no puede ser que la formación sea distinta en función de a qué tipo de alumnos te vas tu a dirigir, esto no tiene ningún sentido, todos los docentes deberían tener una base común sobre cómo tratar con el alumno y cómo transmitir los conocimientos.

¿Qué opina de la formación continua del profesorado?

Un docente tiene que plantearse que, igual que un médico, durante toda su vida, va a necesitar formarse continuamente. De las pocas cosas que se ponen de acuerdo todos los profesionales que hacen prospectiva es que una de las características que define nuestro tiempo es la aceleración. Vivimos en una sociedad acelerada. Además, todos los artilugios que tenemos las personas lo que hacen es acelerar más. La inmediatez es un mal asunto en la educación porque la educación requiere tiempos lentos y pausados. No requiere esta velocidad.

¿A qué se deben dedicar estos tiempos pausados de los que habla?

La educación requiere un enorme respeto a las necesidades y posibilidades que tiene cada crio. Todavía la escuela se mantiene en aquel mito griego de Procusto, que era aquél señor que tenía una cama y cuando alguien se tumbaba, si se le salían los pies se los cortaba y si los pies no le llegaban los iba estirando hasta que se adoptaban. Pues la escuela tradicionalmente ha hecho eso, tiene un tipo de cama, el niño o la niña que se adapta a esto es el alumno ejemplar, los que no pues son los que tienen dificultades. Y si esto no lo logramos cambiar dejamos en la cuneta a mucha gente, que luego a lo mejor serán Messi o serán Mozart.

¿Cómo se evalúa actualmente a los alumnos para ver si encajan o no en la cama?

Cada vez se tiende más a valorar los resultados y no los procesos. Y se han introducido unas palabras en el debate educativo que hace unos años no tendrían ningún sentido, por ejemplo la excelencia. ¿Para qué la quiero yo la excelencia? Por ejemplo, alguien que tiene muy buena nota luego socialmente es un tremendo fracaso. ¿Dónde está la excelencia en los síndromes de Down? Y sin embargo, esto no consta en esta enfermedad colectiva que tiene ahora la administración de enviarte las famosas parrillas donde tú te dedicas a colocar crucecitas y cuando lo has tenido todo lleno dices “ay ya está” y te das cuenta de que aquello no tiene nada que ver con el niño que estás mirando. La verdadera evaluación funciona después del papel este.

¿Qué aspectos se tienen en cuenta a la hora de llevar a cabo estas evaluaciones?

Se está reduciendo la evaluación a competencias de lengua y competencias de matemáticas. Hay todo un conjunto de situaciones que están empujando a la escuela a cada vez ir más rápido y claro, el problema está en que nosotros tenemos que pensar que tenemos un sistema que hasta los 16 años es obligatorio para todos, por tanto, no puede existir un fracaso como el que existe.

¿Cómo se deberían escoger las competencias?

Para esto tienen que mirarse los currículums y en el currículum se tiene que diferenciar aquello que es una enseñanza deseable de aquello que es imprescindible. En este momento, es imprescindible que los niños sepan analizar el recibo de la luz. Porque en su vida van a tener que mirarse el recibo de la luz y es imprescindible que alguien les explique cómo leer este texto. No sé cuántas veces tendrán que dar respuesta a un poema de Neruda. Esto es deseable pero no es imprescindible.

¿Usted qué opina que es imprescindible?

Si le preguntas a un especialista de matemáticas qué tiene que saber un niño a los 16 años de matemáticas te dirá todo. Si se lo preguntas al quiosquero de delante de mi casa te dirá cosas que te van a sorprender. Y en cambio, se hace un currículum que es súper cargado. No hemos conseguido tener un currículum claro de lo que necesita saber una persona de 16 años en una sociedad compleja como en la que estamos viviendo.

Aun así, un centro no puede cambiar su funcionamiento sin el consentimiento de los padres…

El centro tiene que jugar con las dos cosas, con lo que este mismo cree que es necesario para sus alumnos y con la opinión de las familias. Pero en general, cuando tú sabes explicar por qué haces las cosas los padres te podrán entender más o menos, pero no rompen el vínculo de confianza.

¿En qué casos se puede dar esta controversia?

Por ejemplo, esto pasa en el tema del inglés. Hay padres que van a centros de educación infantil y piden que los niños hagan inglés. Ninguno de los estudios internacionales que se han hecho sobre la introducción de la lengua inglesa en edades más pequeñas han llegado a la conclusión de que sepan más inglés cuando acaban. Porque no se hace bien, entre otras cosas. Porque nuestro país no está preparado para hacer esto, no tenemos suficiente gente especializada para hacerlo.

¿Qué argumentos puede tener el centro?

¿Cuál es la perversión de esto? Mientras hacen eso dejan de hacer algo que aquél niño necesita en este presente. Pero claro, la escuela tiene que jugar este papel de resistencia en algunas cosas, pero tiene que saberlo explicar. Si los maestros no sabemos explicar lo que estamos haciendo, pues claro, los padres dudan. Esto también lo podemos extender a la escuela inclusiva. Hay padres que te dirán que tener a según qué alumnos en el aula hace que sus hijos salgan perjudicados, pero no piensan que les estamos educando socialmente. Nosotros tenemos que saber explicarlo. Luego es su decisión pero tú tienes que saber explicarlo.

Esta entrevista tiene una continuación que publicaremos en el blog durante las próximas semanas. Si te ha parecido interesante, comparte esta entrevista y permanece atento a los siguientes artículos.