Una radio en la escuela: una propuesta pedagógica completa y estimulante

04 de Enero 2018

Una radio en la escuela: una propuesta pedagógica completa y estimulante

Actualidad aulaPlaneta

No siempre es fácil encontrar actividades pedagógicas que involucren a todos los alumnos y que, además, nos permitan cubrir un abanico amplio de contenidos. En distintos centros de Canarias hemos desarrollado una actividad muy interesante para trabajar por proyectos y que utiliza la radio como recurso educativo. Esto nos permite que el alumno sea el protagonista de todo el proceso de aprendizaje. Hemos realizado esta experiencia en dos niveles: formando primero al profesorado para que ellos, posteriormente, lo implementen con sus alumnos en clase.

Gracias al trabajo por proyectos, el alumnado crea su propio producto partiendo de sus intereses y colaborando en grupos de manera cooperativa y con roles bien definidos. De esta forma, la actividad obliga a hacer un trabajo de investigación, fomenta el pensamiento y el debate para decidir qué buscar, estimula el debate a la hora de seleccionar qué se ha de utilizar y qué se ha de descartar y, finalmente, consensuar la mejor forma de comunicarlo.

 Los productos finales, ya sean en forma de debate, de reportaje o diseñando spots publicitarios, potencian el trabajo cooperativo, el uso de las TICs y la mejora de la expresión oral y escrita. Además, obliga a los alumnos a enfrentarse a pequeños retos como montar los equipos técnicos, indagar programas informáticos que utilizarán para comunicar la información que han recabado, preparar las grabaciones y audios y realizar el guión radiofónico y la escaleta. La desafío final del trabajo consiste en que los diferentes proyectos deben dar lugar a un gran producto final, que es el programa de radio, por lo que los alumnos deben coordinarse y acordar criterios comunes y un hilo conductor que le dé coherencia al conjunto.

¿Cómo implementarlo?

– Es recomendable partir del currículo, de los criterios de evaluación y de la realidad del alumnado, es decir, darles algo que los motive. Selecciona un tema y plantéales una pregunta-guía abierta que te ayude a detectar sus conocimientos previos sobre el tema y al mismo tiempo, les invite a pensar qué deben investigar o qué estrategias deben poner en marcha para resolver la cuestión. Por ejemplo, si el tema es «La lectura», las preguntas-guías podrían ser: ¿por qué los jóvenes leen tan poco? ¿Qué campaña realizarías para dar a conocer la importancia de la lectura? ¿Es posible vivir sin libros?

– Organiza grupos de tres o cuatro alumnos, a los que denominaremos redacciones (similares a las que existen en las radios profesionales con distintas temáticas). La idea es que en cada grupo haya diversidad de perfiles y que cada uno tenga una función asignada: un portavoz del equipo, un secretario que anote los acuerdos, un encargado de material, etc. Lo primero que deben hacer es un plan de trabajo en donde especifiquen las tareas previstas, los encargados de realizar cada una y el calendario para completarlas,  cuyos plazos hemos marcado al comienzo.

– Establece el producto que deben desarrollar los alumnos en función del tema que quieras trabajar y la redacción en la que estén ubicados. Puede tener distintos formatos radiofónicos: un spot, un debate, una entrevista, un reportaje, un guion, etc.

– Ahora llega el momento de la investigación. En este punto los docentes debemos ser activadores, guías y acompañantes del proceso de investigación, pero serán los alumnos quienes busquen, contrasten y analicen la información que necesitan. Para ello tienen que hacer una buena curación de contenidos ya que no todo vale en internet.

– Una vez obtenida la información,  cada grupo debe exponerla al resto de compañeros, así como sus ideas sobre el trabajo y el formato radiofónico que utilizarán. Es también el momento de recibir propuestas del resto de grupos y del profesor.

– En la siguiente fase se tienen que poner manos a la obra en la realización del producto radiofónico, sin olvidar que debe de dar respuesta a la pregunta-guía inicial. El producto puede ser cualquier género periodístico o radiofónico pero, según nuestra experiencia, es probable que los alumnos hagan propuestas rompedoras y sorprendentes.

– A continuación, debemos buscar el momento para que los alumnos vuelvan a exponer su trabajo y que tengan la oportunidad de explicar cómo han dado respuesta a la pregunta-guía. Es importante que cuenten con un guion estructurado de la presentación. En radio, la mejor improvisación es la que está escrita. Es una buena oportunidad para  hacer grabaciones para que ellos mismos se escuchen y puedan perfeccionar la locución. Escucharse les va a ayudar a ponerse en tensión y a realizar el trabajo de manera más responsable. A la vez, nos va a servir de evaluación, coevaluación y autoevaluación.

– Llegados a este punto, procedemos a proyectar el producto final: el programa de radio. Para darle forma e hilarlo, es recomendable nombrar a dos alumnos para que actúen como redactores jefes. Ellos serán los encargados de redactar el guion del programa y la escaleta con los responsables técnicos asignados. También es necesario nombrar en este momento a dos responsables técnicos que se encargarán de la producción técnica del programa, seleccionar la música adecuada, marcar los tiempos, etc. Para ir asignando estos roles, se pueden crear grupos de expertos en las distintas tareas técnicas, de locución, de redacción, etc.

– Ha llegado la hora de grabar el programa. Lo mejor es hacerlo en directo, sin cortes. La presión del programa en directo les servirá a los alumnos como prueba de fuego y los obligará a ir puliendo día a día la expresión oral y escrita, cuestiones posturales, el manejo de los tiempos, la realización de las escaletas y guiones, etc.

– Es el momento de la revisión final. Los audios servirán como instrumento de evaluación, tanto para que nosotros califiquemos el trabajo como para que ellos  nos evalúen como docentes y entre ellos. Es un proyecto que han realizado ellos y van a estar mucho más motivados para evaluarlo. Podemos utilizar una metacognición o una rutina de pensamiento que posibilitará la puesta en común de lo aprendido y lo sentido en el proceso, además de hacer visible las ideas y soluciones del grupo y de cada alumno de forma individual. Esto les ayudará a ellos y a nosotros a ver los errores cometidos y aspectos a mejorar, aunque hay que destacar que esta metodología permite evaluar a lo largo de todo el proceso.